lunes, 8 de octubre de 2012

Nada más



Nada más, realmente nunca he necesitado nada más.
A veces he pensado que era la sonrisa perfecta, otras el cuerpo perfecto, o ser una persona impecable, ser inteligente y culta, ser sano, vestir bien...
Nunca he sido nada de eso y no me importa. A veces he querido serlo pero, ¿para qué?
Nunca he necesitado ser nada más de lo que soy y ya era hora de empezar a saberlo.

A veces llueve, y es un mal día. El cielo gris parece demasiado lejano como para ir a buscar el sol detrás de las nubes. Y la niebla se hace más densa y parece que pesa sobre mis hombros y más aún por la noche cuando las estrellas apenas pueden comparar su luz con el sol. Casi parece que duele la lluvia al caer sobre mi cara mientras camino rápido de regreso a eso a lo que no puedo llamar hogar.

Mi casa es la carretera
es el camino del sol...

Y no necesito nada más que el sol. Ese sol que vive dentro de las personas, en una buena mañana, pero sobre todo ese sol que vive dentro de algunas canciones y que iluminan los días nublados, incluso cuando ya es de noche.

No necesito nada más y eso es así desde siempre, aunque a veces se me olvide. No necesito nada más que bolsas de basura para hacer un vestido, y es perfecto. Yo no quiero una sonrisa perfecta, solo necesito la satisfacción de ver como aquello que creamos con nuestras manos cobra vida y se va volando en el aire una melodía.

Solo necesito esa chispa y el resto viene solo. Ese pequeño salto que te hace perder el aliento por unos instantes y pensar que puedes caer de nuevo, pero realmente no importa.

Solo necesitaba bolsas de basura para hacer un vestido, y solo necesité que creyeses en mí, aunque fuese en un lugar recóndito cerca de lo incoherente, para remontar y hacerme un vestido de nuevas ideas.

Y si crees que este vestido es genial siéntate y espera a ver el siguiente porque no necesito nada más que  que tú lo estés esperando.


Un mal día, puede, pero simplemente no importa.