lunes, 20 de octubre de 2014

De como nos hundimos, otra vez, un poquito.



Sentarse, con los ojos cerrados y mecerse lentamente con la música.
Respirar despacio  y que el aire mueva la melodía que flota invisible, pero llenado cada hueco de esta habitación. Sentir como algo dentro de ti vibra con cada grito, con cada acorde, con cada verso. Y el pulso a ritmo de bombo y los oídos desmenuzando suavemente cada emoción contenida en un torrente de notas incesante.
Mover los dedos de forma casi inconsciente como si las cuatro cuerdas estuvieran ahí debajo vibrando después de cada golpe.
Notar como va avanzando suave atravesándote. Sale de los altavoces y retumba en todas las paredes y en los objetos y sin embargo a ti,
a ti
te atraviesa.

https://www.youtube.com/watch?v=o_l4Ab5FRwM

Y es una de esas veces mientras fluye lentamente a través que te agarra, fuerte,
y te dejas caer.

El suelo, lejos de parecer duro, es como si se amoldase a tu cuerpo y te dejase hundirte allí donde la melodía te ha lanzado. Un poquito más abajo de cada vez. Y en la quietud parece que la canción puede mover la habitación entera, puede evocar todo aquello que está fuera y traerlo dentro, hacia abajo, hacia el suelo. Y nos hundimos otra vez, un poquito en el lado equivocado del cielo y  el lado correcto del infierno.

lunes, 28 de julio de 2014

Remember




Que hoy se me dió por recordar.

Entré en un bar oscuro. En el mismo puto bar en el que he llorado, he reído y que he bebido hasta olvidar todo lo que ahora recuerdo. A saber la cantidad de cervezas que he vaciado dentro y resultan incontables la de veces que he vaciado mi alma dentro de una botella vacía de cerveza para luego pagar por una nueva. Que se me dió por recordar y la música del lugar quiso acompañarme.

https://www.youtube.com/watch?v=ivFYVAntpw0

Esos ojos que me han apuñalado tantas veces como quisieron llamarme zorra y no se atrevieron. Hasta que no pudieron más y las convenciones sociales construídas dentro de tu cabeza saltaron por los aires contigo dentro. Yo que me hubiera dejado la voz mientras tú te dejabas las manos en cada canción de Pantera. Y nunca supiste entenderlo y mentiste mil veces diciendo que si. Y me rompiste mil veces diciendo por los ojos aquello que no te atrevías a vocalizar por miedo a que me escapase volando entre las sombras de cualquier otra ciudad. Y la última vez fue tu odio. Y cosas que pasan y castillos en la red que nunca llegan al mundo real.

Esas manos que me mecían en los conciertos. Que acariciaban todas y cada una de las 6 cuerdas de esa guitarra que me despertaba. Que en algún momento dejaron de coger las mías. Esos abrazos que no significan nada y que siguen siendo mi única vía de escape. Como te mostré todas y cada una de las partes de mi mundo, como tú abriste lentamente el tuyo. Como todo empezó más rápido de lo que ninguno fuimos capaz de admitir y se ralentizó hasta que no quedó nada. Y sigue parado y seguimos despersonalizando cada contacto, cada conversación, cada vez es todo más frío porque así congelados ya no podemos hacernos daño.

Ese pecho sobre el que he dormido más veces de las que puedo contar pero no tantas como me hubiera gustado en su día. Ese tacto especial de las marcas de tu cuerpo y todas las marcas que dejaste en mis ideas para los siguientes. Fue tanto tiempo que no tengo un recuerdo que lo resuma, salvo la risa, las risas constantes ante cualquier cosa. Esas risas que un día se convirtieron en una mala cara y llegado el punto no hubo marcha atrás. Y parece todo tan lejano que suena  a una historia que alguien me contó una vez.



Que hoy se me dió por recordaros no a todos, pero si a los que pasaron por ese bar oscuro, por la misma mesa con distintas conversaciones, con distintas versiones de mi misma pero con la misma música.

jueves, 24 de julio de 2014

Objetivos.



Tener metas. Tener algo que alcanzar. Un objetivo que cumplir. Un camino que poder escoger.

Dejar de deambular por la calle a oscuras buscando algún remedio ilegal que arroje algo de luz sobre las baldosas continuamente cambiantes. El suelo que se mueve bajo mis pies y cambia constantemente. Perdería el equilibrio, pero hace mucho que floto a centímetros del suelo sin importarme lo que haya debajo.

Encontrar un nuevo camino. No sé cuantos van ya. Tampoco es que importe.

Emocionarse con una nueva ciudad y que aparezca un billete de avión demasiado caro como para saltárselo. Un obstáculo demasiado largo como para planteárselo porque puede que antes de ir si quiera por la mitad del camino, el suelo ya haya cambiado unas ocho veces por lo menos y no sea transitable.

Todo viene y se va demasiado rápido como para sentirse cómoda con ello.

Y me aburro.

Así que sigo vagando, sin un rumbo, sin una dirección, sin un camino, sin poder perderme más de lo que y estoy.

http://www.youtube.com/watch?v=NE_wDmStK6c

domingo, 29 de junio de 2014

Esas noches.


Otra más de esas noches vacías. De inspiración que viene cuando viene y se va cuando se va. De todos esos sueños que se convierten en pesadillas al despertar. De ese calor que no te deja dormir y esa soledad que te hiela el alma. De todos esos secretos que son solo míos y ya no está claro lo que pasó de verdad y lo que solo soñaste. Una de esas noches en las que mueres antes de dormir y resucitas en sueños.

Una de esas noches en las que una canción detiene el tiempo y te parte en dos dejando que pase lentamente por el medio. Cuando el nudo en la garganta no es suficiente para mantenerse entera y se escapan trocitos de ti volando con otras notas.

And nothing else matters...

http://www.youtube.com/watch?v=0Ia9N9MdSa0

Y la canción se termina y viene la siguiente y la sábana cada vez pesa más, y el calor cada vez me ahoga más y estas cuatro paredes y esa puerta cerrada... Esa puerta cerrada. Cerrada. Esa puta y jodida puerta cerrada y esas ventanas ocultas tras las cortinas. Y no hay salida.

Otra más de esas noches en las que la música lo invade todo y no puedes escapar. Todo aquello que no está terriblemente vacío, duele. Y lo que está vacío, bueno, resulta efímero e insignificante; pero todo lo demás duele.

La elección flojea siempre con un trago en la mano y resulta obvia cuando se desliza por mi garganta, pero en las noches sobrias, es otra historia.


martes, 3 de junio de 2014

Somos libres


El arte no es algo que se ve, no es algo que se escucha, no es algo que se toca ni se saborea. Es algo que se siente. Es como se retuerce todo lo que llevamos dentro al ver, al escuchar, al saborear, al sentir. Es algo que va más allá de toda explicación racional y es sentimiento puro. Es una explosión de todo y nada, de algo que solo existe para cada uno de forma efímera y que jamás es igual para dos personas.
Es la única forma que tenemos de ser libres.

La sociedad nos corta día a día a su medida y a pesar de que trates de resistirte a su efecto esa resistencia en si misma provoca que te tachen de antisistema, perroflauta, asocial o la etiqueta que esté de moda.  Persigue tus sueños, pero solo mientras estos estén bien vistos. Sé tú mismo pero solo cuando cumplas los cánones de la sociedad. Ten estilo, pero no demasiado porque la gente te mirará mal. Nos llenan de mensajes contradictorios, nos dicen que somos libres y no lo somos. Nos dicen que debemos ser creativos y nunca se nos da la oportunidad de serlo. Ponen ideales imposibles, inalcanzables, todas esas expectativas que tenemos y que nunca se van a cumplir. Y creamos individuos infelices porque deben ser esto o ser esto otro, cuando lo que deberían ser es lo que quieren, no lo que la sociedad decide por ellos.

Tenemos sueños y nadie les presta importancia y en ese momento en el que puedes decidir, en el que descubres que tu sueño no era un capricho más, ya es tarde. Es tarde para cambiar para escoger otro camino y mandar todo lo alcanzado a la mierda porque al fin y al cabo no es lo que querías.

Dicen que somos libres pero no lo somos. Las cuerdas solo pasan a mis pies cuando tengo un bajo entre las manos. Cuando mis manos sean devoradas por los gusanos siempre va a haber un millón de canciones, de melodías, frases, acordes, notas dentro de lo que quede de mi cerebro. Ese día en el que seamos por fin libres de verdad. Y mientras tanto vivimos en esta jaula, donde las cuerdas aprietan cada vez más y cada noche soñamos con ser libres.

Y a mi solo hay cuatro cuerdas que me hacen sentir libre.

viernes, 25 de abril de 2014

El reflejo en la lluvia.


Volviendo a casa después de un poco de cerveza se piensa mejor. Si además llueve se piensa mojado. Y entre paso y paso el último semáforo antes de llegar a casa.Y pasan los coches pero no es lo que yo veo.

El reflejo de los coches en la lluvia del suelo me absorbe. Es un sinfín de colores atenuados por el asfalto. Es eso que está ahí pero que nadie se para a mirar. Ese gran cochazo que más de uno se giraría a mirar para mi solo es otro borrón colorido. Es bonito a su manera, a mi manera de echo, pero en mi manera de ver las cosas no es mejor que una pequeña carraca que alguien heredó de su hermano mayor. Solo son diferentes. Diferentes colores en la lluvia sin más. Que dos cosas sean diferentes no hace que una tenga que ser mejor que la otra.

A veces no todo es competir o imponer tu opinión sobre la de los demás, de verdad. A veces solo se es diferente.

No sé como se ve mi pelo en el reflejo de la lluvia, pero a mi me gusta como es sin más. Y se ve diferente. Hay quién se atreve a juzgar si es mejor o peor porque sus limitadas cabezas no les permiten concebir la idea de ser simplemente distinto.

No creo estar equivocada. Simplemente no me importa, no me importa si se ve mejor o peor, si es bueno o si es malo porque yo no soy nadie para decidirlo. En realidad nadie es nadie para decidir nada sobre la vida de los demás porque ellos solo miran el coche y nadie se para a ver su reflejo en la lluvia.

No se trata de que yo sea especial y vea cosas que nadie más puede ver, sino que tengo la paciencia, el tiempo y la idea de pararme a mirar. Porque puedo. A lo mejor el mundo debería levantar la cabeza de sus móviles y ver sus propios reflejos en la lluvia. A lo mejor.


http://www.youtube.com/watch?v=txctSn5afAc


O a lo mejor debería dejar de beber cerveza los días de lluvia. Quién sabe.

martes, 11 de marzo de 2014

Efímera


Esa felicidad momentánea. Esa sonrisa que aparece y se va fugaz, como una estrella, sin que a nadie le de tiempo de pedir un deseo. 

Ese dolor que se queda. Que puede esconderse pero en el fondo ahí sigue, cada vez más a dentro, sin que a nadie le de tiempo de evitarlo.

Esa canción que los conjuga, que es tu sonrisa sincera sin tratar de ser por una vez una tapadera del remolino que queda dentro. Esa sonrisa instantánea como una sopa de microondas, al mirarme en el espejo y ver un cambio, algo que me hace diferente de los días pasados. ¿Por qué no llevar por fuera un cambio que te recuerde que hay algo que debe cambiar por dentro?

Que se sigue acabando el tiempo, para ti, para mi, para todos.

http://www.youtube.com/watch?v=YbP-Aa3V6bA


Esa sonrisa que aparece con una buena canción que salva un mal día. Aunque no se puede considerar mal día si todos los días son malos.

Seguimos corriendo en ese frenesí de emociones, en esas ganas de que algo cambie por fin. Que alguien mate ese miedo, la aterradora posibilidad de que vaya a ser siempre así. Que alguien me devuelva mis ganas, que lo demás ya es asunto mío. Que los motivos son míos, las ilusiones y las sonrisas me pertenecen. Solo me faltan las ganas.

Esa sonrisa cuando me invitas a una cerveza se termina con el último trago.  Prometo una y mil veces que yo no solía ser así, mientras me enfrento a la posibilidad de que si lo haya sido pero no lo recuerde, me enfrento a la aterradora posibilidad  y entierro mi sonrisa junto con las mariposas de amores pasados y pienso 
"Joder, ¿qué cojones hago ahora?"

Y Pepito Grillo me sugiere que hable mejor, que los tacos no son para señoritas.  Y mientras me chupa la polla recuerdo que soy mujer. Y como mujer soy una de las mayores pecadoras de todas y me río, me río mientras pienso en lo poco que significan para mi esas palabras. Recupero esa sonrisa efímera, porque se acaba el tiempo.


miércoles, 5 de marzo de 2014

Mi cousiña se rompe.



Mi pequeño se rompe. A veces siento que se va y que es lo único bueno que tengo. A veces quiero dormir a su lado porque no quiero despertarme y que ya no esté. A veces necesito ese ronroneo suave que me hace sentir mejor.

A veces sonrío cuando se duerme en mis caricias. Y a veces pienso que cuando él se vaya mi sonrisa se irá con él. Porque no es solo una bolita peluda rellena de amor, es mi pequeño, mi cousiña, mi tutú. Es al rededor de quién me hago un ovillo cuando no quiero saber nada de nadie. Es al último al que le doy las buenas noches y el primero al que le doy los buenos días. El único capaz de sacar de mi todas esas cosas buenas que no soy.

Es Rasputín. Está enfermo y ya no sé que más puedo hacer para curarle.

viernes, 21 de febrero de 2014





Ese trago que se esconde detrás de mi espalda.
Pesa, pero no puedo soltarlo, no cuando es lo único que me mantiene a flote. Desinfecta mis heridas, esas que nunca debieron volver a abrirse. Esas cicatrices que se resienten cuando hay tormenta y nos recuerdan tormentos que preferiríamos haber olvidado. Pero para olvidar ya tenemos ese trago.

El final de la noche al final de la barra, con el vaso todavía medio lleno y un montón de "tal vez mañana..." que conforme pasa la noche se caen de la banqueta y se quedan allí, al final del bar, en el suelo, olvidados. Empezar la noche con ganas y perderlas a medida que se derrite el hielo en el bourbon. Todos esos sueños que esperas tener cuando llegues a casa se convierten en pesadillas cuando el alcohol quema en la garganta. Todas esas ganas, todas esas ilusiones se pierden y joder, how I wish you where here...

http://www.youtube.com/watch?v=ZIMcARotXqw

La noche avanza y con ella las miradas que te desnudan desde el otro lado de la barra te quitan lo último que quedaba de dignidad. Porque dormir sola y borracha siempre es una mala combinación aunque no tanto como sola y sobria.

Pero termina siendo una noche más y deshacer la cama no  consigue que ese algo deje de tintinear ahí dentro, como si hubiera una pieza rota fuera de su sitio. Como si la botella se hubiera roto y hubiese un cristal flotando.

La próxima noche procuraré apretarme más el corsé, a ver si hay suerte. A ver si en algún momento deja de entrar el aire. A ver si en algún momento deja de entrar nadie más y me quede yo sola, sin espacio para la ausencia de nadie.
Solo yo y ese campo de batalla al que llamo cuerpo.