lunes, 20 de octubre de 2014

De como nos hundimos, otra vez, un poquito.



Sentarse, con los ojos cerrados y mecerse lentamente con la música.
Respirar despacio  y que el aire mueva la melodía que flota invisible, pero llenado cada hueco de esta habitación. Sentir como algo dentro de ti vibra con cada grito, con cada acorde, con cada verso. Y el pulso a ritmo de bombo y los oídos desmenuzando suavemente cada emoción contenida en un torrente de notas incesante.
Mover los dedos de forma casi inconsciente como si las cuatro cuerdas estuvieran ahí debajo vibrando después de cada golpe.
Notar como va avanzando suave atravesándote. Sale de los altavoces y retumba en todas las paredes y en los objetos y sin embargo a ti,
a ti
te atraviesa.

https://www.youtube.com/watch?v=o_l4Ab5FRwM

Y es una de esas veces mientras fluye lentamente a través que te agarra, fuerte,
y te dejas caer.

El suelo, lejos de parecer duro, es como si se amoldase a tu cuerpo y te dejase hundirte allí donde la melodía te ha lanzado. Un poquito más abajo de cada vez. Y en la quietud parece que la canción puede mover la habitación entera, puede evocar todo aquello que está fuera y traerlo dentro, hacia abajo, hacia el suelo. Y nos hundimos otra vez, un poquito en el lado equivocado del cielo y  el lado correcto del infierno.