martes, 11 de marzo de 2014

Efímera


Esa felicidad momentánea. Esa sonrisa que aparece y se va fugaz, como una estrella, sin que a nadie le de tiempo de pedir un deseo. 

Ese dolor que se queda. Que puede esconderse pero en el fondo ahí sigue, cada vez más a dentro, sin que a nadie le de tiempo de evitarlo.

Esa canción que los conjuga, que es tu sonrisa sincera sin tratar de ser por una vez una tapadera del remolino que queda dentro. Esa sonrisa instantánea como una sopa de microondas, al mirarme en el espejo y ver un cambio, algo que me hace diferente de los días pasados. ¿Por qué no llevar por fuera un cambio que te recuerde que hay algo que debe cambiar por dentro?

Que se sigue acabando el tiempo, para ti, para mi, para todos.

http://www.youtube.com/watch?v=YbP-Aa3V6bA


Esa sonrisa que aparece con una buena canción que salva un mal día. Aunque no se puede considerar mal día si todos los días son malos.

Seguimos corriendo en ese frenesí de emociones, en esas ganas de que algo cambie por fin. Que alguien mate ese miedo, la aterradora posibilidad de que vaya a ser siempre así. Que alguien me devuelva mis ganas, que lo demás ya es asunto mío. Que los motivos son míos, las ilusiones y las sonrisas me pertenecen. Solo me faltan las ganas.

Esa sonrisa cuando me invitas a una cerveza se termina con el último trago.  Prometo una y mil veces que yo no solía ser así, mientras me enfrento a la posibilidad de que si lo haya sido pero no lo recuerde, me enfrento a la aterradora posibilidad  y entierro mi sonrisa junto con las mariposas de amores pasados y pienso 
"Joder, ¿qué cojones hago ahora?"

Y Pepito Grillo me sugiere que hable mejor, que los tacos no son para señoritas.  Y mientras me chupa la polla recuerdo que soy mujer. Y como mujer soy una de las mayores pecadoras de todas y me río, me río mientras pienso en lo poco que significan para mi esas palabras. Recupero esa sonrisa efímera, porque se acaba el tiempo.


miércoles, 5 de marzo de 2014

Mi cousiña se rompe.



Mi pequeño se rompe. A veces siento que se va y que es lo único bueno que tengo. A veces quiero dormir a su lado porque no quiero despertarme y que ya no esté. A veces necesito ese ronroneo suave que me hace sentir mejor.

A veces sonrío cuando se duerme en mis caricias. Y a veces pienso que cuando él se vaya mi sonrisa se irá con él. Porque no es solo una bolita peluda rellena de amor, es mi pequeño, mi cousiña, mi tutú. Es al rededor de quién me hago un ovillo cuando no quiero saber nada de nadie. Es al último al que le doy las buenas noches y el primero al que le doy los buenos días. El único capaz de sacar de mi todas esas cosas buenas que no soy.

Es Rasputín. Está enfermo y ya no sé que más puedo hacer para curarle.