domingo, 28 de julio de 2013
No me entiendes.
Ves que vuelo lejos pero no ves como deseo que me acompañes. Si dejases por un momento de tener los pies en el suelo y decidieras abrir la mente... Y si joder, digo si lo decidieras porque tú eres tu único límite y no existe nadie que pueda decirte lo contrario.
No hay cielo para nosotros y el infierno no existe. Solo queda la oscuridad y si vuelas solo corres el riesgo de chocarte contra las demás personas que también lo haces. Deberías confiar, dejar que lo demás sean tus ojos y tus oídos hasta que tus sentidos sean aptos para vivir en la decadencia. O también puedes marcharte.
No nos merecemos el mundo. No nos merecemos cambiar de canción y yo aún así lo hago. Porque no me importa lo que piensen, lo que exista más allá que aquello que conozco, no es relevante. Ansío verlo y hacerlo mío, pero mientras eso no llega no es importante. Vuelvo tal vez demasiado alto, pero no existe nadie que me frene, ningún techo que pueda detenerme. Hay un suelo, el sótano del que vengo y que también conozco y al que vuelvo cada noche, pero mientras no puedo detenerme, no puedes detenerme. Otros lo han intentado antes y me convirtieron en algo que no deseaba ser. En un monstruo que vive en los armarios y debajo de las camas de los niñitos mimados. Aprendía a rugir y a amar mis garras así que no trates de venir a limarlas ahora.
Si quieres quererme aprende a volar, a soportar mis zarpazos, acostúmbrate a la frialdad de mi cueva. O huye despavorido.
Soy un monstruo eso ya lo sabías cuando me conociste, así que estas no son alturas de escapar por ello. Nunca verás a Lady Jeckyll si no aprendes a jugar con Mz. Hyde.
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